Un
colectivo de profesionales que trabajan contra la violencia de
género denuncia que los maltratadores recurren a cursos de
rehabilitación para evitar su ingreso en
prisión.
Agencias.Madrid.
Gran parte de los
cursos de rehabilitación de maltratadores no llegan a realizarse,
son ineficaces o simplemente son utilizados por los alumnos para
eludir sus responsabilidades penales. Para evitar que esta situación
continúe, profesionales de diferentes ámbitos que trabajan contra la
violencia de género -bajo el colectivo Grupo 25-, solicitaron ayer
al Gobierno que establezca criterios de homologación en toda España
para estos cursos y prohíba que esta "formación" sustituya a las
sanciones penales.
La Ley Integral
contra la violencia de género contempla en sus artículos 33 y 35 la
posibilidad de sustituir la pena privativa de libertad por servicios
a la comunidad, acompañados de un curso de rehabilitación, para los
delitos con penas inferiores a un año de prisión.
Así lo pusieron de
manifiesto ayer la presidenta de la Asociación de Mujeres Juristas
Themis, Altamira Gonzalo, la responsable de violencia de género de
la Fundación Mujeres, Ángeles Álvarez, y el presidente de la
Sociedad Española de Psicología de la Violencia, Andrés Montero,
durante una jornada sobre criterios de intervención con hombres que
ejercen la violencia, en las que presentaron el monográfico
Criterios de Calidad para intervenciones con hombres que
ejercen violencia en la pareja.
En este sentido,
Altamira Gonzalo apuntó que en la actualidad todas los sentencias
condenatorias con penas inferiores a un año de prisión están
sustituyendo, como tónica general, la cárcel por servicios a la
comunidad y cursos de rehabilitación. Por ello, resaltó "la
importancias de que garanticen la seguridad de las víctimas".
Además señaló que en
estos momentos no existe ningún criterio mínimo para la aplicación
de los cursos de rehabilitación.
"Lo que está
ocurriendo es impunidad porque o bien no se cumplen los cursos de
rehabilitación o allí donde se aplican son inadecuados, no tienen
calidad terapéutica, ni se controla su efectividad", indicó Álvarez.
Por ello, abogan
porque el Ejecutivo establezca unos criterios mínimos de
homologación de los cursos y un sistema de control de su
efectividad. "El Gobierno tiene que ser consciente de que la Ley
Integral contra la Violencia de Género puede perder efectividad si
estos programas no se realizan adecuadamente", comentó.
El control "allá
donde haya fondos públicos", como es el caso de estos programas,
cuya imposición es obligatoria desde su inclusión en la Ley
Integral de Violencia de Género, fue subrayado también por Andrés
Montero.
Además, Montero
recalcó que esta iniciativa responde a la inexistencia de auditorías
para estas prácticas por parte de la Administración Pública.
La orientación de
género para abordar el tratamiento a seguir es uno de los criterios,
ya que responde a un problema cuyas raíces "están sustentadas en
modelos patriarcales", porque estos hombres creen que la violencia
hacia la mujer está legitimada, indicó el presidente de la Sociedad
Española de Psicología de la Violencia, Andrés Montero.
La incorporación de
profesionales cualificados que sigan de modo permanente la evolución
del hombre para que modifique sus comportamientos es otra de las
propuestas del monográfico Criterios de Calidad para intervenciones
con hombres que ejercen violencia en la pareja.
El porcentaje de
eficacia de programas anteriores a la ley integral contra la
violencia de género se sitúa en torno al 40 o 60%, explicó Andrés
Montero, quién añadió que la intervención se debe abordar desde el
conocimiento, la conducta, las emociones y "el factor histórico" de
este tipo de hombres.
Por su parte,
Álvarez recordó que los servicios sociales del centro penitenciario
de la zona de residencia del maltratador "son los que tienen la
potestad" de proponer y seguir los planes de intervención, cuya
eficacia depende de la motivación del agresor para tomar conciencia
del problema existente.
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